Afirmaciones
y negaciones

La Declaración Ligonier
sobre Cristología

Artículo 1

Afirmamos que Jesús es la encarnación en la historia del eterno Hijo de Dios, la segunda persona de la Santa Trinidad. Él es Cristo, el Mesías prometido de Dios.

Negamos que Jesucristo sea un mero hombre o fuera una creación ficticia de la iglesia cristiana primitiva.

REFERENCIAS BÍBLICAS

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios… Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jn 1:1, 14). Ver también Sal 110:1; Mt 3:17; 8:29; 16:16; Mr 1:1, 11; 15:39; Lc 22:70; Jn 1:14; 10:30; 14:1; 20:28; Gal 4:4; Flp 2:6; Col 2:9; Heb 5:7; 1 Jn 5:20.

Artículo 2

Afirmamos que en la unidad de la Divinidad el Hijo eternamente engendrado es consubstancial (homoousios), igual y coeterno con el Padre y el Espíritu Santo.

Negamos que el Hijo sea meramente como Dios (homoiousios) o que simplemente fuera adoptado por el Padre como Su Hijo. Negamos la subordinación eterna del Hijo al Padre en la Trinidad ontológica.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28:19). Ver también Jn 1:18; 3:16-18; 10:30; 20:28; 2 Co 13:14; Ef 2:18.

Artículo 3

Afirmamos, con los Credos de Nicea y de Calcedonia, que Jesucristo es a la vez verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, dos naturalezas unidas en una persona para siempre.

Negamos que el Hijo fuera creado. Negamos que haya habido un tiempo cuando el Hijo no era divino. Negamos que el cuerpo y el alma humanos de Jesucristo existieran antes de la encarnación del Hijo en la historia.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en Él (Col 2:9). Ver también Lc 1:35; Jn 10:30; Rom 9:5; 1 Tim 3:16; 1 Pe 3:18.

Artículo 4

Afirmamos la unión hipostática, que las dos naturalezas de Jesucristo están unidas en Su única persona sin mezcla, sin confusión, sin división y sin separación.

Negamos que hacer una distinción entre las dos naturalezas implique separarlas.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Y Jesús, respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos (Mt 16:16-17). Ver también Lc 1:35, 43; Jn 1:1-3; 8:58; 17:5; Hch 20:28; Rom 1:3; 9:5; 2 Co 8:9; Col 2:9; 1 Tim 3:16; 1 Pe 3:18; Ap 1:8, 17; 22:13.

Artículo 5

Afirmamos que en la encarnación de Jesucristo, Sus naturalezas divina y humana conservan sus propios atributos. Afirmamos que los atributos de ambas naturalezas pertenecen a la persona única de Jesucristo.

Negamos que la naturaleza humana de Jesucristo tenga atributos divinos o pueda contener la naturaleza divina. Negamos que la naturaleza divina comunique atributos divinos a la naturaleza humana. Negamos que el Hijo dejara de lado o cediera alguno de Sus atributos divinos en la encarnación.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres (Flp 2:5-7). Ver también Mt 9:10; 16:16; 19:28; Jn 1:1; 11:27, 35; 20:28; Rom 1:3-4; 9:5; Ef 1:20-22; Col 1:16-17; 2:9-10; 1 Tim 3:16; Heb 1:3, 8-9; 1 Pe 3:18; 2 Pe 1:1.

Artículo 6

Afirmamos que Jesucristo es la imagen visible de Dios, que Él es el estándar de la verdadera humanidad y que en nuestra redención seremos conformados definitivamente a Su imagen.

Negamos que Jesucristo fuera menos que verdaderamente humano, que meramente pareciera ser humano o que careciera de un alma humana racional. Negamos que en la unión hipostática el Hijo asumiera una persona humana en lugar de una naturaleza humana.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él (Col 1:15-16). Ver también Rom 8:29; 2 Co 4:4-6; Ef 4:20-24; Heb 1:3-4.

Artículo 7

Afirmamos que, como verdaderamente hombre, Jesucristo en Su estado de humillación poseyó todas las limitaciones naturales y las debilidades comunes a la naturaleza humana. Afirmamos que Él fue hecho como nosotros en todos los aspectos, pero no tuvo pecado.

Negamos que Jesucristo haya pecado. Negamos que Jesucristo no experimentara verdaderamente el sufrimiento, la tentación y la adversidad. Negamos que el pecado sea inherente a la verdadera humanidad o que la impecabilidad de Jesucristo sea incompatible con el hecho de que Él es verdaderamente humano.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo. Pues por cuanto Él mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados (Heb 2:17-18). Ver también Miq 5:2; Lc 2:52; Rom 8:3; Gal 4:4; Flp 2:5-8; Heb 7:15.

Artículo 8

Afirmamos que el Jesucristo histórico, por el poder del Espíritu Santo, fue concebido milagrosamente y nació de la Virgen María. Afirmamos con el Credo de Calcedonia que a ella se le llama correctamente madre de Dios (theotokos) en el sentido de que el niño que ella dio a luz es el Hijo de Dios encarnado, la segunda persona de la Santa Trinidad.

Negamos que Jesucristo recibiera Su naturaleza divina de María o que Su impecabilidad se derivara de ella.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre que se llamaba José, de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María (Lc 1:26-27). Ver también Mt 1:23; 2:11; Lc 1:31, 35, 43; Rom 1:3; Gal 4:4.

Artículo 9

Afirmamos que Jesucristo es el último Adán, quien cumplió Su tarea asignada en cada punto donde el primer Adán falló, y que Jesucristo es la cabeza de Su pueblo, el cuerpo de Cristo.

Negamos que Jesucristo asumiera una naturaleza humana caída o heredara el pecado original.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron; pues antes de la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa cuando no hay ley. Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero no sucede con la dádiva como con la transgresión. Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, mucho más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos. Tampoco sucede con el don como con lo que vino por medio de aquel que pecó; porque ciertamente el juicio surgió a causa de una transgresión, resultando en condenación; pero la dádiva surgió a causa de muchas transgresiones resultando en justificación. Porque si por la transgresión de uno, por este reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por medio de uno, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos. Y la ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia, para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor (Rom 5:12-21). Ver también 1 Co 15:22, 45-49; Ef 2:14-16, 5:23; Col 1:18.

Artículo 10

Afirmamos la obediencia activa y pasiva de Jesucristo, que en Su vida perfecta Él cumplió cabalmente las justas exigencias de la ley en nuestro lugar, y que Él sufrió el castigo de nuestro pecado mediante Su muerte en la cruz.

Negamos que en algún punto Jesucristo haya fallado en la obediencia o el cumplimiento de la ley de Dios. Negamos que Él haya abolido la ley moral.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos (Rom 5:19). Ver también Mt 3:15; Jn 8:29; 2 Co 5:21; Flp 2:8; Heb 5:8.

Artículo 11

Afirmamos que Jesucristo se ofreció en la cruz como una expiación sustitutiva penal por los pecados de Su pueblo, propiciando la ira de Dios y satisfaciendo la justicia de Dios, y triunfó sobre el pecado, la muerte y Satanás.

Negamos que la muerte de Jesucristo fuera el pago de un rescate a Satanás. Negamos que la muerte de Jesucristo fuera un mero ejemplo, una mera victoria sobre Satanás o la mera exhibición del gobierno moral de Dios.

REFERENCIAS BÍBLICAS

[A] quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús (Rom 3:25-26). Ver también Is 53; Rom 5:6, 8, 15; 6:10; 7:4; 8:34; 14:9, 15; 1 Co 15:3; Ef 5:2; 1 Tes 5:10; 2 Tim 2:11; Heb 2:14, 17; 9:14-15; 10:14; 1 Pe 2:24-25; 3:18; 1 Jn 2:2; 3:8; 4:10.

Artículo 12

Afirmamos la doctrina de la doble imputación, que nuestro pecado se le imputa a Jesucristo y Su justicia se nos imputa a nosotros por la fe.

Negamos que el pecado sea pasado por alto sin juicio. Negamos que la obediencia activa de Jesucristo no nos sea imputada.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él (2 Co 5:21). Ver también Mt 5:20; Rom 3:21-22; 4:11; 5:18; 1 Co 1:30; 2 Co 9:9; Ef 6:14; Flp 1:11; 3:9; Heb 12:23.

Artículo 13

Afirmamos que al tercer día Jesucristo se levantó de los muertos y que fue visto en la carne por muchos.

Negamos que meramente haya parecido que Jesucristo murió, o que solo Su espíritu haya sobrevivido o que Su resurrección tuvo lugar meramente en el corazón de Sus seguidores.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a Cefas y después a los doce (1 Co 15:3-5). Ver también Is 53; Mt 16:21; 26:32; 28:1-10; Jn 21:14; Hch 1:9-11; 2:25, 32; 3:15, 26; 4:10; 5:30; 10:40; Rom 4:24-25; 6:9-10; Ef 4:8-10.

Artículo 14

Afirmamos que en Su estado de exaltación Jesucristo es las primicias de la resurrección, que Él ha conquistado tanto el pecado como la muerte, y que nosotros, en unión con Él, también seremos resucitados.

Negamos que el cuerpo resucitado y glorificado de Jesucristo fuera un cuerpo totalmente distinto al que fue puesto en la tumba del huerto. Negamos que nuestra resurrección sea meramente una resurrección de nuestro espíritu aparte de nuestro cuerpo.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron… ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh sepulcro, tu aguijón?(1 Co 15:20, 55). Ver también Rom 5:10; 6:4, 8, 11; 10:9; 1 Co 15:23; 2 Co 1:9; 4:10-11; Ef 2:6; Col 2:12; 2 Tes 2:13; Heb 2:9, 14; 1 Jn 3:14; Ap 14:4; 20:14.

Artículo 15

Afirmamos que Jesucristo ascendió a Su trono celestial a la derecha de Dios el Padre, que Él actualmente rige como rey y que regresará visiblemente en poder y gloria.

Negamos que Jesucristo se equivocara con respecto a la hora de Su regreso.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Entonces los que estaban reunidos, le preguntaban, diciendo: Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel? Y Él les dijo: No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad; pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. Después de haber dicho estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban, y una nube le recibió y le ocultó de sus ojos. Y estando mirando fijamente al cielo mientras Él ascendía, aconteció que se presentaron junto a ellos dos varones en vestiduras blancas, que les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo (Hch 1:6–11). Ver también Lc 24:50-53; Hch 1:22; 2:33-35; Ef 4:8-10; 1 Tim 3:16.

Artículo 16

Afirmamos que Jesucristo derramó Su Espíritu el día de Pentecostés, y que en Su actual sesión Él está reinando sobre todas las cosas, intercediendo por Su pueblo y edificando Su iglesia, de la cual Él es la única cabeza.

Negamos que Jesucristo designara al obispo de Roma como Su vicario, o que alguna persona aparte de Jesucristo pueda ser la cabeza de la iglesia.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Y todo sometió bajo sus pies, y a Él lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia (Ef 1:22). Ver también Hch 2:33; 1 Co 11:3-5; Ef 4:15; 5:23; Col 1:18.

Artículo 17

Afirmamos que Jesucristo vendrá nuevamente en gloria a juzgar a todas las personas y derrotará definitivamente a todos Sus enemigos, destruirá a la muerte y dará paso al cielo nuevo y la tierra nueva, en los cuales Él reinará con justicia.

Negamos que el regreso final de Jesucristo haya acontecido en el 70 d. C. y que Su venida y los sucesos en torno a ella deban considerarse simbólicos.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Y nos mandó predicar al pueblo, y testificar con toda solemnidad que este Jesús es el que Dios ha designado como Juez de los vivos y de los muertos (Hch 10:42). Ver también Jn 12:48; 14:3; Hch 7:7; 17:31; 2 Tim 4:1, 8.

Artículo 18

Afirmamos que aquellos que creen en el nombre del Señor Jesucristo serán bienvenidos en Su reino eterno, pero los que no creen en Él sufrirán un eterno castigo consciente en el infierno.

Negamos que todas las personas vayan a ser salvas. Negamos que quienes mueren sin fe en Jesucristo vayan a ser aniquilados.

REFERENCIAS BÍBLICAS

El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad; y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes. Entonces LOS JUSTOS RESPLANDECERÁN COMO EL SOL en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga (Mt 13:41-43). Ver también Is 25:6-9; 65:17-25; 66:21-23; Dn 7:13-14; Mt 5:29-30; 10:28; 18:8-9; Mr 9:42-49; Lc 1:33; 12:5; Jn 18:36; Col 1:13-14; 2 Tes 1:5-10; 2 Tim 4:1, 18; Heb 12:28; 2 Pe 1:11; 2:4; Ap 20:15.

Artículo 19

Afirmamos que todos los que han sido escogidos en Jesucristo antes de la fundación del mundo y que están unidos a Él mediante la fe disfrutan de comunión con Él y unos con otros. Afirmamos que en Jesucristo disfrutamos de toda bendición espiritual, incluyendo la justificación, la adopción, la santificación y la glorificación.

Negamos que Jesucristo y Su obra salvadora puedan separarse. Negamos que podamos participar de la obra salvadora de Jesucristo separados de Jesucristo mismo. Negamos que podamos estar unidos a Cristo y no estar unidos a Su cuerpo, la iglesia.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo, ya judíos o griegos, ya esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu (1 Co 12:13). Ver también Jn 14:20; 15:4-6; Rom 6:1-11; 8:1-2; 12:3-5; 1 Co 1:30-31; 6:15-20; 10:16-17; 12:27; 2 Co 5:17-21; Gal 3:25-29; Ef 1:3-10, 22-23; 2:1-6; 3:6; 4:15-16; 5:23, 30; Col 1:18; 2:18-19.

Artículo 20

Afirmamos la doctrina de la justificación por la fe sola, que Dios nos declara justos por un acto de Su sola gracia, mediante nuestra sola fe en la persona y la obra de Jesucristo solamente, sin nuestro propio mérito u obras personales. Afirmamos que negar la doctrina de la justificación por la fe sola es negar el evangelio.

Negamos que seamos justificados en base a alguna infusión de gracia sobre nosotros. Negamos que seamos justificados solo una vez que hayamos llegado a ser intrínsecamente justos. Negamos que esta justificación esté o vaya a estar basada en nuestra fidelidad.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Rom 5:1). Ver también Lc 18:14; Rom 3:24; 4:5; 5:10; 8:30; 10:4, 10; 1 Co 6:11; 2 Co 5:19, 21; Gal 2:16-17; 3:11, 24; 5:4; Ef 1:7; Tit 3:5, 7.

Artículo 21

Afirmamos la doctrina de la santificación, que Dios, por el poder del Espíritu Santo, basado en la obra de Jesucristo, nos libera del poder reinante del pecado, nos aparta y nos hace santos al conformarnos más y más a la imagen de Su Hijo. Afirmamos que la santificación es una obra de la gracia de Dios y está unida inseparablemente a la justificación, si bien es distinta a la justificación. Afirmamos que en esta obra divina de santificación no somos meramente pasivos, sino que somos responsables de dedicarnos a los medios de gracia designados en nuestro esfuerzo continuo por morir al pecado y vivir en obediencia al Señor.

Negamos que una persona sea justificada sin dar de inmediato el fruto de la unión con Jesucristo en la santificación. Negamos que nuestras buenas obras, si bien son aceptables ante Dios en Jesucristo, ameriten la justificación. Negamos que en esta vida vaya a cesar nuestra lucha con el pecado que reside en nosotros, aunque el pecado no tiene dominio sobre nosotros.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él (Ef 1:3-4). Ver también Jn 17:17; Hch 20:32; Rom 6:5-6, 14; 8:13; 1 Co 6:11; 2 Co 7:1; Gal 5:24; Ef 3:16-19; 4:23–24; Flp 3:10; Col 1:10-11; 2 Tes 2:13; Heb 12:14.

Artículo 22

Afirmamos que Jesucristo es el único mediador entre Dios y Su pueblo. Afirmamos el rol mediador de Jesucristo como Profeta, Sacerdote y Rey tanto en Su estado de humillación como en Su estado de exaltación. Afirmamos que fue ungido por el Espíritu Santo a fin de ejecutar este oficio mediador al cual fue llamado por el Padre.

Negamos que Dios haya tenido o vaya a tener alguna otra encarnación, o que haya o vaya a haber algún mediador de redención distinto al Señor Jesucristo. Negamos la salvación aparte de Jesucristo solamente.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre (1 Tim 2:5). Ver también Job 33:23-28; Lc 1:33; Jn 1:1-14; 14:6; Hch 3:22; Col 1:15; Heb 1:1-4; 5:5-6; 9:15; 12:24.

Artículo 23

Afirmamos que, como el supremo Profeta de Dios, Jesucristo fue tanto el sujeto como el objeto de la profecía. Afirmamos que Jesucristo reveló y proclamó la voluntad de Dios, profetizó sucesos futuros y es en Sí mismo el cumplimiento de las promesas de Dios.

Negamos que Jesús haya pronunciado una profecía falsa o una palabra falsa, o que haya fallado o vaya a fallar en el cumplimiento de todas las profecías que conciernen a Él.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Y ahora, hermanos, yo sé que obrasteis por ignorancia, lo mismo que vuestros gobernantes. Pero Dios ha cumplido así lo que anunció de antemano por boca de todos los profetas: que su Cristo debería padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor, y Él envíe a Jesús, el Cristo designado de antemano para vosotros, a quien el cielo debe recibir hasta el día de la restauración de todas las cosas, acerca de lo cual Dios habló por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos. Moisés dijo: El Señor Dios os levantará un profeta como yo de entre vuestros hermanos; a Él prestareis atención en todo cuanto os diga (Hch 3:17-22). Ver también Mt 20:17; 24:3; 26:31, 34, 64; Mr 1:14-15; Lc 4:18-19, 21; Jn 13:36; 21:22; 1 Co 1:20; Heb 1:2; Ap 19:10.

Artículo 24

Afirmamos que Jesucristo es nuestro Gran Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec, habiendo hecho el sacrificio perfecto de Sí mismo en nuestro favor y al continuar intercediendo por nosotros ante el Padre. Afirmamos que Jesucristo es tanto el sujeto como el objeto del supremo sacrificio expiatorio.

Negamos que Jesucristo esté descalificado para servir como nuestro sacerdote por pertenecer a la tribu de Judá y no a la tribu de Leví. Negamos que Él, como víctima y sacerdote, se ofrezca a Sí mismo continuamente como sacrificio en la misa, aun de una manera no cruenta. Negamos que Él se convirtiera en sacerdote solamente en el cielo y no fuera sacerdote en la tierra.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Porque Cristo no entró en un lugar santo hecho por manos, una representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora en la presencia de Dios por nosotros, y no para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como el sumo sacerdote entra al Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario sufrir muchas veces desde la fundación del mundo; pero ahora, una sola vez en la consumación de los siglos, se ha manifestado para destruir el pecado por el sacrificio de sí mismo. Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio, así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan (Heb 9:24-28). Ver también Jn 1:36; 19:28-30; Hch 8:32; 1 Co 5:7; Heb 2:17-18; 4:14-16; 7:25; 10:12, 26; 1 Pe 1:19; Ap 5:6, 8, 12-13; 6:1, 16; 7:9-10, 14, 17; 8:1; 12:11; 13:8, 11; 15:3.

Artículo 25

Afirmamos que Jesucristo, como Rey, reina supremamente sobre todos los poderes terrenales y sobrenaturales, ahora y siempre.

Negamos que el reino de Jesucristo sea un mero reino político de este mundo. Negamos que los gobernadores terrenales no sean responsables ante Él.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies (1 Co 15:25). Ver también Sal 110; Mt 28:18-20; Lc 1:32; 2:11; Hch 1:16; 2:25, 29, 34; 4:25; 13:22, 34, 36; 15:16; Rom 1:3; 4:6; 2 Tim 2:8; Heb 4:7; Ap 3:7; 5:5; 22:16.

Artículo 26

Afirmamos que cuando Jesucristo haya conquistado a todos Sus enemigos, Él entregará Su reino al Padre. Afirmamos que en el cielo nuevo y en la tierra nueva, Dios estará con Su pueblo, y que los creyentes verán a Jesucristo cara a cara, serán hechos como Él y gozarán de Él para siempre.

Negamos que exista alguna otra esperanza para la humanidad o algún nombre o medio por el que pueda hallarse salvación excepto en Jesucristo solamente.

REFERENCIAS BÍBLICAS

Entonces vendrá el fin, cuando Él entregue el reino al Dios y Padre, después que haya abolido todo dominio y toda autoridad y poder. Pues Cristo debe reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el último enemigo que será abolido es la muerte. Porque Dios ha puesto todo en sujeción bajo sus pies. Pero cuando dice que todas las cosas le están sujetas, es evidente que se exceptúa a aquel que ha sometido a Él todas las cosas. Y cuando todo haya sido sometido a Él, entonces también el Hijo mismo se sujetará a aquel que sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos (1 Co 15:24-28). Ver también Is 65:17; 66:22; Flp 2:9-11; 2 Pe 3:13; 1 Jn 3:2-3; Ap 21:1-5; 22:1-5.